Caperucita Roja
Caperucita Roja vivía con su mamá en un pueblito de leñadores. Un día que fue a visitar a su abuela, se encontró en el bosque con el lobo.
- Si te encuentras con el lobo -le había dicho su mamá- no le digas adónde vas y vuélvete a casa.
Pero Caperucita se olvidó y le contó al lobo que iba a visitar a su abuelita.
Entonces el lobo corrió a casa de la abuela y se la comió. Después, se disfrazó de abuelita y se metió en la cama.
Cuando Caperucita llegó, se encontró con una abuelita muy rara.
- ¡Abuelita, qué ojos tan grandes tienes! -exclamó.
- ¡Para mirarte mejor! -respondió el lobo disfrazado.
- ¡Abuelita, qué boca tan grande tienes!
- ¡Para comerte mejor! -contestó el lobo.
Y se la comió.
Por suerte, un leñador que entró a visitar a la abuela y vio al lobo comprendió todo lo que había sucedido. Y después de abrirle la barriga al lobo, sacó de allí a Caperucita y a su abuela. Las sacó enteritas, porque así es como el lobo se las había tragado.
Y mientras abrazaba a su abuela, Caperucita pensó: "Será mejor que otra vez no me olvide de lo que me dice mamá".
- Si te encuentras con el lobo -le había dicho su mamá- no le digas adónde vas y vuélvete a casa.
Pero Caperucita se olvidó y le contó al lobo que iba a visitar a su abuelita.
Entonces el lobo corrió a casa de la abuela y se la comió. Después, se disfrazó de abuelita y se metió en la cama.
Cuando Caperucita llegó, se encontró con una abuelita muy rara.
- ¡Abuelita, qué ojos tan grandes tienes! -exclamó.
- ¡Para mirarte mejor! -respondió el lobo disfrazado.
- ¡Abuelita, qué boca tan grande tienes!
- ¡Para comerte mejor! -contestó el lobo.
Y se la comió.
Por suerte, un leñador que entró a visitar a la abuela y vio al lobo comprendió todo lo que había sucedido. Y después de abrirle la barriga al lobo, sacó de allí a Caperucita y a su abuela. Las sacó enteritas, porque así es como el lobo se las había tragado.
Y mientras abrazaba a su abuela, Caperucita pensó: "Será mejor que otra vez no me olvide de lo que me dice mamá".
Había una vez una reina que tenía un espejito mágico, un espejito que contestaba cualquier pregunta.
Pero la reina hacía una sola pregunta, que era:
- ¿No soy acaso la más hermosa del reino?
Y el espejito contestaba:
- No, la princesa Blancanieves es más hermosa.
- Quiero ser la más hermosa -dijo la reina.
Y mandó a Blancanieves al bosque para que se perdiera.
Pero Blancanieves no se perdió, porque tuvo la suerte de encontrar a los siete enanitos. Y con ellos vivía muy feliz.
Hasta que, un día, la reina supo que la princesita no se había perdido. Entonces fue a visitarla disfrazada y le convidó una manzana que estaba envenenada.
Cuando los enanitos llegaron y encontraron a Blancanieves tendida en el suelo, creyeron que estaba muerta, y la pusieron en una caja de cristal para llevarla al bosque.
¡Pobres enanitos! Estaban tan tristes que no vieron que un hermoso príncipe los seguía. Hasta que el príncipe se acercó y les pidió permiso para acercarse a Blancanieves.
¡Cuando la abrazó, ocurrió algo que nadie esperaba! Ocurrió que Blancanieves, que sólo estaba desmayada, despertó de su desmayo. Y al ver al príncipe se enamoró al instante de él. Como el príncipe también estaba enamorado, se casaron y vivieron felices por siempre.
Pero la reina hacía una sola pregunta, que era:
- ¿No soy acaso la más hermosa del reino?
Y el espejito contestaba:
- No, la princesa Blancanieves es más hermosa.
- Quiero ser la más hermosa -dijo la reina.
Y mandó a Blancanieves al bosque para que se perdiera.
Pero Blancanieves no se perdió, porque tuvo la suerte de encontrar a los siete enanitos. Y con ellos vivía muy feliz.
Hasta que, un día, la reina supo que la princesita no se había perdido. Entonces fue a visitarla disfrazada y le convidó una manzana que estaba envenenada.
Cuando los enanitos llegaron y encontraron a Blancanieves tendida en el suelo, creyeron que estaba muerta, y la pusieron en una caja de cristal para llevarla al bosque.
¡Pobres enanitos! Estaban tan tristes que no vieron que un hermoso príncipe los seguía. Hasta que el príncipe se acercó y les pidió permiso para acercarse a Blancanieves.
¡Cuando la abrazó, ocurrió algo que nadie esperaba! Ocurrió que Blancanieves, que sólo estaba desmayada, despertó de su desmayo. Y al ver al príncipe se enamoró al instante de él. Como el príncipe también estaba enamorado, se casaron y vivieron felices por siempre.
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