La bella durmiente del bosque
Nunca. Nunca se había dado una fiesta tan hermosa. Todas las hadas del reino habían sido invitadas para festejar el nacimiento de la princesita y cada una le había llevado su regalo. Una le había regalado belleza; otra, bondad; otra, inteligencia; otra, felicidad.
De pronto, enojadísima porque se habían olvidado de invitarla, apareció el hada Gris y dijo:
- ¡Cuando la princesita cumpla quince años se pinchará el dedo con un huso y morirá!
Sólo el hada Melusina, que no había hablado todavía, podía cambiar estas palabras.
- Se quedará dormida -dijo-, pero no morirá.
- ¡Que se quemen todos los husos del reino! -ordenó el rey.
Y se quedó tranquilo.
Pasó el tiempo, y la princesita cumplió quince años.
Ese día, mientras todos preparaban la fiesta, la princesita subió a la torre del castillo. ¡Ay! Allí estaba el único huso que se habían olvidado de quemar.
La princesa se pinchó el dedo y se quedó dormida, y junto con ella quedó dormido todo el castillo.
Ya hacía cien años que estaba así cuando, un día, llegó un hermoso príncipe encantado.
- Es un castillo encantado. No entres -le dijeron todos.
Pero el príncipe entró y besó a la princesita. Y su beso la despertó. Entonces todo el castillo se despertó con ella, y la fiesta que estaban preparando cuando todos se quedaron dormidos se realizó para festejar la boda del príncipe y la princesita.
De pronto, enojadísima porque se habían olvidado de invitarla, apareció el hada Gris y dijo:
- ¡Cuando la princesita cumpla quince años se pinchará el dedo con un huso y morirá!
Sólo el hada Melusina, que no había hablado todavía, podía cambiar estas palabras.
- Se quedará dormida -dijo-, pero no morirá.
- ¡Que se quemen todos los husos del reino! -ordenó el rey.
Y se quedó tranquilo.
Pasó el tiempo, y la princesita cumplió quince años.
Ese día, mientras todos preparaban la fiesta, la princesita subió a la torre del castillo. ¡Ay! Allí estaba el único huso que se habían olvidado de quemar.
La princesa se pinchó el dedo y se quedó dormida, y junto con ella quedó dormido todo el castillo.
Ya hacía cien años que estaba así cuando, un día, llegó un hermoso príncipe encantado.
- Es un castillo encantado. No entres -le dijeron todos.
Pero el príncipe entró y besó a la princesita. Y su beso la despertó. Entonces todo el castillo se despertó con ella, y la fiesta que estaban preparando cuando todos se quedaron dormidos se realizó para festejar la boda del príncipe y la princesita.
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